Vida de Oración

Nuestra vida crece en niveles de Fe. Estamos viviendo en momentos difíciles y complicados donde las personas se auto denominan influencer, profetas, ministros, maestros y evangelistas. Entre otras cosas. Y sólo escuchamos en sus mensajes hablar de ellos. No es tan diferente que en las épocas pasadas, pero el mundo está más concurrido y se ha multiplicado la maldad. 1 Juan 2:15-17 No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo (el mundo controlado por lo malo), no tiene el amor del Padre. 

Porque nada de lo que hay en el mundo, los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida, nada de esto proviene del Padre, sino del mundo. (Un mundo controlado por el mal), porque se volcaron contra su Creador y Padre.  El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Fe en acción

Mi Fe no solo mueve montañas.

Proyecta a Jesús en todo lo que hago

La biblia dice; hebreos 12;2 Puestos los ojos en Jesús, El Autor y Consumador de la Fe, quién por el gozo puesto delante de El soportó la cruz, menospreciando el oprobio, y se ha sentado en la diestra de Dios. Jesús en el camino a la Cruz nunca se rindió, tubo sed, se sintió desamparado, estaba destrozado por los golpes físicos, pero jamás declinó llegar a su meta. ¿Pudo haberlo hecho? Si, Él era el verbo hecho carne entre ellos. Aunque en su lucha como hombre exclamó en Lucas 22:2 Padre pasa de mí estas aflicciones. El jamás se rindió por amor a nosotros. En su condición humana, Jesús sufría agobio por todos los maltratos. Se sometió a ellos renunciando temporalmente a su deidad y todo por expiar nuestros pecados y cambiar nuestra identidad de culpables. Quedando nosotros todos absueltos de pecado y con acceso a vivir juntos en la Patria Celestial por toda la eternidad.

Un sacrificio que marca la diferencia entre nosotros hombres y Jesús hombre. Nunca seremos como El; pero si pudiéramos parecernos a Él. Juan 3;16 Dice: Porque de tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, más tenga vida eterna.

Murió, resucitó y volvió a su deidad. Y desde allá sigue obrando a favor de todos. Gracias, señor por dejarnos al Espíritu Santo como Paracleto, un Levantador que nos da la oportunidad de crecer y de ayudar a levantar a otros.

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